A lo largo de estos cuatro años se ha intentado acostumbrar a la ciudadanía a los anuncios grandilocuentes de la señora García Chamorro, como que en Motril las actuaciones del gobierno local iban a tener como resultado “el mayor cambio físico de la ciudad y de todo el municipio de los últimos cincuenta años con una inversión económica de más 39 millones de euros”, o la “atracción inversora impensable” que la ciudad estaba mereciendo gracias a “la fortaleza de la dirección política del municipio, a la vitalidad, ilusión y cohesión del equipo de gobierno”, o “Vamos a dar un salto sin precedentes”, o una ciudad “que ya tiene el protagonismo económico, social y cultural en Andalucía que nadie discute”. “Impulso histórico de Motril sin precedentes”. “Despegue económico y estratégico de la ciudad”. Y muchos otros, con el objetivo de crear un clima de opinión favorable a las actuaciones del gobierno municipal.
Esta ha sido la tónica general del gobierno de las derechas en Motril durante su mandato: anuncios hiperbólicos y promesas finalmente incumplidas, que han pretendido maquillar una gestión irresponsable, alejada del interés general de la ciudad y del de sus vecinos y vecinas, a la medida de intereses partidistas y de los poderosos que siempre van de la mano del Partido Popular.
Motril languidece ensimismada en un rancio orgullo sin que se hayan abordado con seriedad y rigor muchos de los problemas que tiene una ciudad de sus características como la limpieza y mantenimiento de sus calles, de sus plazas, parques y jardines, la movilidad en su centro histórico, la apertura de espacios públicos para la convivencia, la dotación de nuevos equipamientos deportivos, o el cuidado de sus playas y de su entorno medioambiental.
En el debe del gobierno del Partido Popular y de la señora García Chamorro, debe apuntarse, asimismo, el deterioro de los servicios públicos municipales que su gestión ha ocasionado y la inoperancia de una administración municipal que no ha dejado de precarizarse durante su ya largo mandato, en un contexto de conflictividad laboral con la plantilla municipal en su conjunto y con la policía local y los bomberos, de modo particular.
Cuatro años después de la llegada al gobierno municipal del PP y de la señora García Chamorro, la ciudad no ha dado ese salto hacia adelante anunciado ni se ha producido ese cambio de su fisonomía sin parangón en los últimos cincuenta años ni tampoco el despegue económico y estratégico de Motril. Algo que resulta fácilmente comprobable y que saben sus vecinos y vecinas.
La ciudad sigue teniendo parecidas carencias y necesidades a las que tenía hace cuatro años, con la principal diferencia que desde el gobierno local ha venido llevando a cabo una campaña de imagen sin precedentes, con el único objetivo de construir una realidad paralela, virtual, que sirviera a sus gobernantes para vender eslóganes y titulares. El Partido Popular no tiene ni ha tenido un proyecto de ciudad propio para Motril, más allá de las recetas habituales y caducas del neo liberalismo de derechas.
Pero, no sólo son pocas las mejoras concretas y tangibles que deja el Partido Popular en la ciudad sino que, además, deja una herencia política que puede lastrar la gestión municipal en los próximos años.
Además de la situación de desmantelamiento de los servicios municipales, y las dificultades que plantea su recuperación, están la conflictividad con determinados colectivos, los desequilibrios en el presupuesto municipal y las consecuencias de las actuaciones fallidas, como la organización del concierto de Plácido Domingo, cuya suspensión o aplazamiento sigue sin resolverse con la empresa organizadora y que, finalmente, puede ocasionar un coste económico importante e indeseable a las arcas municipales.