Cerca de cinco mil personas migrantes fueron rescatadas y atendidas en Motril durante el último verano, cuatro veces más que en el mismo período del año anterior, 2017. La mayor parte de ellos, tras las tareas de atención, acogida e identificación siguen su camino hacia otros lugares de nuestro país y de Europa donde buscan una vida mejor y, en ocasiones, salvar sus vidas con el apoyo de amigos y familiares.
Esas tareas de primera acogida requieren el despliegue de un importante dispositivo logístico, policial y humanitario que implica a fuerzas de seguridad, administraciones y oenegés, movilizando a centenares de personas, desde empleados públicos y voluntarios hasta activistas en defensa de los Derechos Humanos.
Sin embargo, la incesante llegada de migrantes y el elevado número de ellos que llegan a nuestras costas está poniendo de manifiesto la insuficiencia de los dispositivos para prestarles esa atención en condiciones adecuadas de dignidad y de respeto a los derechos humanos.
Las políticas migratorias gubernamentales –con elevadas dosis de racismo, intolerancia y falta de humanidad–, el déficit de recursos humanos y materiales y el clima de rechazo social aventado de forma interesada desde posiciones políticas que siempre han defendido la intransigencia y el totalitarismo está desvirtuando la realidad del fenómeno migratorio.
De este modo, especialmente en las poblaciones donde se despliega ese primer dispositivo de acogida, como Motril, y muchas otras el rechazo hacia las personas que llegan se hace patente de manera agresiva y primaria, pero no sólo hacia ellas. También hacia quienes, en vez de despreciarles, les ofrecen su ayuda para que continúen su camino.
Es lo que ha sucedido recientemente con la decisión de Izquierda Unida de Motril de ceder su sede a un grupo de 35 migrantes marroquíes abandonados a su suerte en las calles de nuestra ciudad por el desentendimiento de la Cruz Roja y la inacción pusilánime del Ayuntamiento de Motril.
Desde Izquierda Unida hemos dado respuesta a la demanda que nos trasladaron las organizaciones humanitarias a las que no se les facilitaba por parte del Ayuntamiento un lugar adecuado para la tarea de acompañamiento a esas 35 personas. Lo hacemos por convicción, porque creemos en la dignidad de las personas con independencia de su color, su nacionalidad o su condición.
Lo seguiremos haciendo por que tenemos memoria y recordamos que hemos sido y somos un país de emigrantes. Nos acordamos de amigos, familiares, vecinos y tantos y tantas que cogieron la maleta para trabajar por una vida mejor lejos de sus casas. Sabemos que no siempre fueron bien tratados y no vamos a hacer lo mismo.
No somos capaces de mirar para otro lado, cuando la gente joven, nuestros hijos e hijas, nuestros sobrinos, nuestras nietas y nietos han tenido que salir a buscar un proyecto de vida lejos de sus casas, de su tierra. Y allí permanecen, apartados de los suyos. Ninguna de las personas migrantes que llegan a nuestra Costa les ha quitado su puesto de trabajo o ha recibido alguna ayuda que a ellos se les ofreciera. Ninguna.
Sin embargo, las mentiras, las noticias falsas, los intereses partidistas son el caldo de cultivo adecuado para que muchos vecinos y vecinas hagan suyos los mensajes de rechazo, de odio y de venganza contra los inmigrantes. Lo lamentamos profundamente y no podemos compartirlo.
Por ello, seguiremos trabajando como lo venimos haciendo. Cerca de quienes se enfrenten a situaciones injustas en nuestra ciudad, ya sean trabajadoras de Mercomotril o de Claros en sus reivindicaciones laborales, familias sin recursos económicos, personas desahuciadas de sus casas, desempleados y desempleadas condenadas al paro. Seguiremos denunciando los abusos que se cometen desde el poder y rebelándonos contra un sistema capitalista injusto, responsable de la desigualdad.
Seguiremos empeñados y empeñadas en contribuir a avanzar hacia una sociedad más tolerante, más informada, que haga suyos los valores de dignidad, respeto e igualdad.
Personas con corazón, gente con cabeza
Frente a ellos, los intolerantes, se abren ventanas a la esperanza por la tarea que llevan a cabo las personas y activistas que integran organizaciones y colectivos como Motril Acoge, Emergencia Frontera Sur y colectivos como CIES NO. El compromiso y la solidaridad de sus voluntarios, de sus activistas, en su empeño de que se respete y garantice su derecho a una acogida digna.
Organizaciones y colectivos que no recibirán un solo euro de los 32 millones que el pasado viernes aprobaba el Consejo de Ministros para la realización de actuaciones de atención humanitaria a personas migrantes. Que no tienen convenios con las administraciones que establecen una subvención en euros por cada migrante atendido.
Este es el caso de la Cruz Roja, que no atendió a los 35 migrantes rifeños marroquíes desalojados del CATE de Motril por no estar incluidos en el convenio que tiene suscrito con la Administración.
Favores vergonzantes debidos al monarca marroquí, Mohamed VI, hijo de Hassan II, familiar y amigo de la familia real española.