Christian Linares. Profesor de idiomas
Llega el final del curso y, con él, las tan temidas notas que nos harán disfrutar del verano o que nos condenarán al estudio para septiembre. Pero no en Motril. Al menos, no en sus bibliotecas.
Porque, si trasladamos este símil de las notas hacia la concejalía de Educación, el resultado es obvio: suspenso. Y sin miedo a equivocarme: no hay posibilidad de recuperar en septiembre.
Y es que el estado actual de las bibliotecas municipales es lamentable. Lamentable por ser generoso, porque podría extenderme en una buena lista de adjetivos peyorativos.
Como los hechos se ven mejor con ejemplos, vayamos a ello:
1.- Las bibliotecas se han quedado anticuadas. Como muestra, la falta de enchufes. O la poca seguridad de estos, tratándose a veces de regletas que están rotas o que tienen más años que la propia biblioteca.
2.- Los aires acondicionados funcionan mal o directamente no funcionan. En invierno se pasa frío y en verano se pasa calor, dificultando la actividad de las decenas de personas que cada día intentan concentrarse en su estudio.
3.- El Wi-Fi ni está ni se le espera. Intentar ver una clase online o, incluso, subir un trabajo a cualquier web universitaria es casi un esfuerzo titánico y no son pocas las personas que optan por usar los datos de sus teléfonos móviles.
4.- Los horarios son lamentables y no son los que merece una ciudad que dice llamarse ciudad. Las bibliotecas, con suerte y salvo un par de ejemplos específicos, solo abren media jornada. La falta de personal es acuciante (y, ya que estamos, el Área de Personal se merece uno de los suspensos más grandes del curso) y eso va en detrimento de todas las personas que quieren usar estos servicios.
5.- El presupuesto. ¿Cuánto se invierte en las bibliotecas de nuestra ciudad? Poco, poquísimo. En la mayoría ni siquiera es posible leer el periódico del día. Prácticamente todas viven de las donaciones que hacen los vecinos y las vecinas de nuestra ciudad, quienes entregan sus propios libros desinteresadamente para que las estanterías tengan algo nuevo que ofrecer. ¿Hay algo más lamentable para una ciudad que permitir que las bibliotecas vivan en esta situación de caridad? Aprovecho, eso sí, para agradecer a toda esa gente que contribuye en el beneficio de las bibliotecas y de todas las personas que hacen uso de ellas.
6.- El espacio. En Motril hay muchísimas personas que estudian: tanto en los institutos, como en la UNED, Ciclos Formativos, oposiciones. Toda esa gente usa las bibliotecas como salas de estudio, porque la ciudad carece de un espacio mejor para ello. Espacio insuficiente por las razones anteriormente citadas. Últimamente se ha conseguido que se abra el Centro Joven para usarlo como sala de estudio. Y si las bibliotecas no reúnen las mejores condiciones, ni qué decir tiene que un espacio al lado de un parque –con el consiguiente ruido-, sin conexión a Internet, con un mobiliario que se cae a trozos, con baños en los que no se repone el jabón desde hace meses, sin ningún tipo de vigilancia… no es, en absoluto, el mejor sitio que esta ciudad tendría que ofrecer.
Estoy convencido de que me dejo muchas cosas, pero creo que estas son esenciales y que vienen a demostrar la desidia y la apatía con la que desde Educación tratan a quienes precisamente quieren educarse y ganar en cultura. Sin ir más lejos, se están haciendo recogidas de firmas en las propias bibliotecas porque las condiciones de algunas de ellas rozan lo esperpéntico.
Tengo la certeza de que los motrileños y motrileñas merecen mucho más que eso. Ahora queda ver si también lo piensan quienes tienen en su poder cambiar las cosas o si, sin embargo, prefieren que todo se quede tal y como está. Es decir: mal.